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domingo, 10 de agosto de 2025

LA GRAN COMPLICIDAD INTERNACIONAL

Israel, es la más clara referencia geográfica del sistema capitalista trasnacionalizado que controla desde gobiernos hasta sistemas económico productivos y grandes medios de comunicación, tanto en los países centrales como en el mundo subdesarrollado y periférico.

El Estado judío, más allá de su incidencia como Nación, es el símbolo más representativo de un poder mundial controlado en sus resortes decisivos por grupos minoritarios de origen judío, y conformado por una estructura de estrategas y tecnócratas que operan las redes industriales, tecnológicas, militares, financieras y mediáticas del capitalismo trasnacional extendido por los cuatro puntos cardinales del planeta.

Con una población de alrededor de 7,35 millones de habitantes, Israel es el único Estado judío del mundo.

Cuando hablamos de Israel, hablamos antes que nada de un diseño estratégico de poder mundial que lo protege, interactivo y totalizado, que se concreta mediante una red infinita de asociaciones y vasos comunicantes entre el capital financiero, industrial y de servicios que convierte a los países y gobiernos en gerencias de enclave.

El lobby sionista que sostiene y legitima la existencia de Israel, no es un Estado en el lejano Medio Oriente, sino un sistema de poder económico planetario (el sistema capitalista) de bancos y corporaciones trasnacionales con judíos dominando la mayoría de los paquetes accionarios o hegemonizando las decisiones gerenciales desde puestos directrices y ejecutivos.

Quien se tome el trabajo de investigar el nombre de los integrantes de los directorios o de los accionistas de la grandes corporaciones y bancos transnacionales estadounidenses y europeos que controlan desde el comercio exterior e interior hasta los sistemas económico productivos de los países, tanto centrales como «subdesarrollados» o «emergentes», podrá fácilmente comprobar que (en una abrumante mayoría) son de origen judío.

Los directivos y accionistas de las primeras treinta mega-empresas trasnacionales y bancos (las más grandes del mundo) que cotizan en el índice Dow Jones de Wall Street, son mayoritariamente de origen judío.

Megacorporaciones del capitalismo sin fronteras como:

  • Wal-Mart Stores
  • Walt Disney
  • Microsoft
  • Pfizer Inc
  • General Motors
  • Hewlett Packard
  • Home Depot
  • Honeywell
  • IBM
  • Intel Corporation
  • Johnson & Johnson
  • JP Morgan Chase
  • American International Group
  • American Express
  • AT & T, Boeing Co (armamentista)
  • Caterpillar
  • Citigroup
  • Coca Cola
  • Dupont
  • Exxon Mobil (petrolera)
  • General Electric
  • McDonalds
  • Merck & Co
  • Procter & Gamble
  • United Technologies
  • Verizon,

...son controladas y/o gerenciados por capitales y personas de origen judío.

Estas corporaciones representan la crema de la crema de los grandes consorcios trasnacionales judeo sionistas que, a través del lobby ejercido por las embajadas estadounidenses y europeas, dictan y condicionan la política mundial y el comportamiento de gobiernos, ejércitos, o instituciones mundiales oficiales o privadas.

Son los amos invisibles del planeta: los que manejan a los países y a presidentes por control remoto, como si fueran títeres de última generación. Quien investigue con este mismo criterio, además, los medios de comunicación, la industria cultural o artística, cámaras empresariales, organizaciones sociales, fundaciones, organizaciones profesionales, ONGs, tanto en los países centrales como periféricos, se va a sorprender de la notable incidencia de personas de origen judío en sus más altos niveles de decisión.

Las tres principales cadenas televisivas de EE.UU. (CNN, ABC, NBC y Fox) , los tres principales diarios (The Wall Street Journal, The New York Times y The Washington Post) están controlados y gerenciados (a través de paquetes accionarios o de familias) por grupos del lobby judío, principalmente neoyorquino.

Asimismo, como las tres más influyentes revistas (Newsweek, Time y The New Yorker), y consorcios hegemónicos de Internet como Time-Warner (fusionado con América on Line) o Yahoo, están controlados por gerenciamiento y capital judío que opera a nivel de redes y conglomerados entrelazados con otras empresas.

Colosos del cine de Hollywood y del espectáculo como The Walt Disney Company, Warner Brothers, Columbia Pictures, Paramount, 20th Century Fox, entre otros, forman parte de esta red interactiva del capital sionista imperialista.

La concentración del capital mundial en mega-grupos o mega-compañías controladas por el capital sionista, en una proporción aplastante, posibilita decisiones planetarias de todo tipo, en la economía, en la sociedad, en la vida política, en la cultura, etc., y representa el aspecto más definitorio de la globalización impuesta por el poder mundial del sistema capitalista imperial.

El objetivo central expansivo de este capitalismo sionista trasnacionalizado es el control y el dominio (por medio de las guerras de conquista o de «sistemas democráticos) de recursos naturales y sistemas económico - productivos, en un accionar que sus defensores y teóricos llaman “políticas de mercado”». El capitalismo transnacional, a escala global, es el dueño de los estados y sus recursos y sistemas económico- productivos, no solamente del mundo dependiente, sino también de los países capitalistas centrales.

Por lo tanto, los gobiernos dependientes y centrales son gerencias de enclave (por izquierda o derecha) que con variantes discursivas ejecutan el mismo programa económico y las mismas líneas estratégicas de control político y social.

Este capitalismo transnacional «sin fronteras» del lobby sionista que sostiene al Estado de Israel se asienta en dos pilares fundamentales:

la especulación financiera informatizada (con asiento territorial en Wall Street) y la tecnología militar-industrial de última generación (cuya expresión máxima de desarrollo se concentra en el Complejo Militar Industrial de EE.UU.)

El lobby sionista internacional, sobre el cual se asientan los pilares existenciales del Estado de Israel, controla desde,

  • gobiernos
  • ejércitos
  • policías
  • estructuras económicos productivas
  • sistemas financieros
  • sistemas políticos
  • estructuras tecnológicas y científicas
  • estructuras socio-culturales
  • estructuras mediáticas internacionales,

...hasta el poder de policía mundial asentado sobre los arsenales nucleares, los complejos militares industriales y los aparatos de despliegue militar de EE.UU. y de las potencias centrales. A ese poder, y no al Estado de Israel, es al que temen los presidentes, políticos, periodistas e intelectuales que callan o deforman a diario los genocidios de Israel en Medio Oriente temerosos de quedar sepultados de por vida bajo la lápida del «antisemitismo».

El lobby imperial

El lobby sionista pro-israelí, la red del poder oculto que controla Casa Blanca, el Pentágono y la Reserva Federal no reza en las sinagogas sino en la Catedral de Wall Street. Un detalle a tener en cuenta, para no confundir la religión con el mito y el negocio.

Cuando se refieren al lobby sionista (al que llaman lobby pro-israelí) la mayoría de los expertos y analistas hablan de un grupo de funcionarios y tecnócratas, en cuyas manos está el diseño y la ejecución de la política militar norteamericana.

A este lobby de presión se le atribuye el objetivo estratégico permanente de imponer la agenda militar y los intereses políticos y geopolíticos del gobierno y el Estado de Israel en la política exterior de EE.UU.

Como definición, el lobby pro-israelí es una gigantesca maquinaria de presión económica y política que opera simultáneamente en todos los estamentos del poder institucional estadounidense:

  • Casa Blanca
  • Congreso
  • Pentágono
  • Departamento de Estado
  • CIA y agencias de la comunidad de inteligencia,

...entre los más importantes.

Por medio de la utilización política de su poder financiero, de su estratégica posición en los centros de decisión, los grupos financieros del lobby ejercen influencia decisiva en la política interna y externa de EE.UU., la primera potencia imperial, además de su papel dominante en la financiación de los partidos políticos, de los candidatos presidenciales y de los congresistas. A nivel imperial, el poder financiero del lobby se expresa principalmente por medio de la Reserva Federal de EEUU, un organismo clave para la concentración y reproducción del capital especulativo a nivel planetario.

El corazón del lobby sionista estadounidense es el poderoso sector financiero de Wall Street que tiene directa implicancia y participación en el nombramiento de funcionarios claves del gobierno de EE.UU. y de los órganos de control de política monetaria e instituciones crediticias (nacional e internacional) con sede en Washington y Nueva York.

Los organismos económicos financieros internacionales como la OCDE, el Banco Mundial, el FMI, están bajo directo control de los bancos centrales y de los gobiernos de EE.UU. y de las potencias controladas por el lobby sionista internacional (Gran Bretaña, Alemania, Francia, Japón, entre las más relevantes).

Organizaciones y alianzas internacionales como la ONU, el Consejo de Seguridad y la OTAN están controlados por el eje sionista USA-Unión Europea cuyas potencias centrales son las que garantizan la impunidad de los exterminios militares de Israel en Medio Oriente, como sucedió con la última masacre de activistas solidarios con el pueblo de Gaza.

Las principales instituciones financieras del lobby (Goldman Sachs, Morgan Stanley, Lehman Brothers, etc.) y los principales bancos (Citigroup, JP Morgan y Merrill Lynch, etc.), influyen decisivamente para el nombramiento de los titulares de la Reserva Federal, el Tesoro, y la secretaría de Comercio, además de los directores del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.

 El mito del «antisemitismo»

A este fenómeno de «poder capitalista mundial» judío, y no a Israel, es lo que temen los presidentes, políticos, periodistas, e intelectuales que evitan puntillosamente condenar o nombrar los periódicos genocidios militares de Israel en Gaza, repitiendo lo que ya hicieron durante la masacre israelí en Líbano en el 2006.

La gran complicidad internacional con las masacres periódicas israelíes no se gesta por miedo al Estado de Israel sino por miedo a lo que representa el Estado de Israel.

No se trata de Israel, un Estado sionista más, sino del «Gran Israel», la patria del judaísmo mundial (con territorio robado a los palestinos), de la cual todos los judíos del mundo se sienten sus hijos pródigos desperdigados por el mundo.

No se trata de Israel, sino de las poderosas organizaciones y comunidades judías mundiales que apoyaron en bloque el genocidio militar de Israel en Gaza, que utilizan su poder y «escala de prestigio» (construida mediante su victimización histórica con el Holocausto) para convertir en un leproso social al que se atreva criticar o a levantar la voz contra el exterminio militar israelí en Gaza.

Los gobiernos del mundo capitalista, los periodistas, intelectuales, organizaciones sindicales y sociales no le temen a Israel, sino a su lapidación social como «antisemita» (mote que se le otorga al que enfrenta y/o denuncia al sionismo judío). No le temen al Estado de Israel, sino a los hijos de Israel camuflados en los grandes centros de decisión del poder mundial, sobre todo económicos-financieros y mediático-culturales.

Los políticos, intelectuales y periodistas del sistema no temen a Israel, sino que temen a los medios, organizaciones y empresas judías, y a su influencia sobre los gobiernos y procesos económicos-culturales del sistema sionista capitalista extendido por todos los países a escala planetaria.

En definitiva, temen que las empresas, las universidades, las organizaciones y las fundaciones internacionales sionistas que financian y o promocionan sus ascensos y puestos en la maquinaria del sistema los declaren «antisemitas» y los dejen sin trabajo, sin vacaciones y sin jubilación.

Esa es la causa principal que explica por qué los intelectuales, académicos y periodistas del sistema viven elucubrando sesudos análisis de la «realidad» política, económica y social sin la presencia de la palabra judío o del sistema capitalista que paga por sus servicios.

Si bien hay un grupo de intelectuales y de militantes judíos de izquierda (entre ellos Chomsky y Gelman, entre otros) que condenaron y protestaron contra el genocidio israelí en Gaza, la mayoría abrumante de las comunidades y organizaciones judías a escala planetaria apoyaron explícitamente la masacre de civiles en Gaza argumentando que se trataba de una «guerra contra el terrorismo».

A pesar de que Israel no invadió ni perpetró un genocidio militar en Gaza con la religión judía, sino con aviones F-16, misiles, bombas de racimo, helicópteros Apache, tanques, artillería pesada, barcos, sistemas informatizados, y una estrategia y un plan de exterminio militar en gran escala, quien cuestione esa masacre es condenado por «antisemita» por el poder judío mundial distribuido por el mundo.

A pesar de que el lobby judío sionista que controla Israel, tanto como la Casa Blanca, el Tesoro y la Reserva Federal de EE.UU. no reza en las sinagogas sino en la Catedral de Wall Street, el que lo critique es tildado de inmediato como «antisemita» o «nazi» por las estructuras mediáticas y culturales controlados por el poder judío mundial.

Las campañas de denuncia de antisemitismo con las que Israel y las organizaciones judías buscan neutralizar a las críticas contra la masacre, abordan la cuestión como si el sionismo judío (sostén del estado de Israel) fuera una cuestión «racial» o religiosa, y no un sistema de dominio imperial que abarca interactivamente el plano económico, político, social y cultural, superando la cuestión de la raza o de las creencias religiosas.

El lobby sionista no controla el mundo con la religión: lo maneja con bancos, trasnacionales, hegemonía sobre los sistemas económicos-productivos, control sobre los recursos naturales, control de la red informativa y de manipulación mundial, y manejo de los valores sociales a través de la publicidad, la cultura y el consumo estandarizado y globalizado por los medios de comunicación.

En definitiva, el lobby judío no representa a ninguna sinagoga ni expresión racial, sino que es la estructura que maneja el poder mundial a través del control sobre los centros económicos-financieros y de decisión estratégica del sistema capitalista expandido como civilización «única».

Antes que, por la religión y la raza, el lobby sionista y sus redes se mueven por una ideología política funcional:

el sionismo capitalista-imperial que antepone el mercado, la concentración de riqueza, la «política de negocios», a cualquier filosofía que roce las nociones del «bien» o del «mal» entendidos dentro de parámetros sociales.

Entonces:

  • ¿De qué hablan cuando hablan de «antisemitismo» o de «anti-judaismo religioso»?
  • ¿En que parámetros referenciales se basa la condición de antisemita»?
  • ¿Quién es antisemita?
  • ¿Quién critica a los judíos por su religión o por su raza en las sociedades del mundo?

A lo sumo, a los judíos, como está probado en la realidad social de cualquier país, no se los critica por su religión o condición racial sino por su apego excesivo al status del dinero (también cultivado por otras colectividades) y a integrar estructuras o jerarquías de poder dentro de un sistema injusto de opresión y de explotación del hombre por el hombre, como es el sistema capitalista.

Salvo los grupos minoritarios de fanáticos y racistas que sólo se representan a sí mismos, en las sociedades (salvo el nazismo alemán y algunas excepciones) casi nunca hubo «persecución religiosa o racial» del judío, si no que hubo una asociación del judío con la «peor cara del capitalismo», representada en el sistema económico-financiero especulativo.

En resumen

El lobby sionista que protege al Estado de Israel (por «derecha» y por «izquierda») está conformado por una estructura de estrategas y tecnócratas que operan las redes industriales, tecnológicas, militares, financieras y mediáticas del capitalismo trasnacional extendido por los cuatro puntos cardinales del planeta.

Sus redes se expresan a través de una multiplicidad de organizaciones dedicadas a promover el actual modelo global, entre las que se cuentan principalmente:

  • The Hudson Institute
  • The RAND Corporation
  • The Brookings Institution
  • The Trilateral Commission
  • The World Economic Forum
  • Aspen Institute
  • American Enterprise Institute
  • Deutsche Gesellschaft für Auswärtigen Politik
  • Bilderberg Group
  • Cato Institute
  • Tavistock Institute
  • Carnegie Endowment for International Peace,

...entre otros.

Todos estos think tanks o «bancos de cerebros», reúnen a los mejores tecnócratas, científicos y estudiosos en sus respectivos campos, egresados de las universidades de EE.UU., Europa y de todo el resto del mundo.

El lobby no responde solamente al Estado de Israel (como afirman los analistas de la «cara derechista» de los neocons) sino a un poder mundial sionista que es el dueño del Estado de Israel tanto como del Estado norteamericano, y del resto de los Estados con sus recursos naturales y sistemas económico-productivos.

El lobby no solamente está en la Casa Blanca, sino que abarca todos los niveles de las operaciones del capitalismo a escala trasnacional, cuyo diseño estratégico está en la cabeza de los grandes chamanes y ejecutivos de bancos y consorcios multinacionales que se sientan en el Consenso de Washington y se reparten el planeta como si fuera un pastel.

Ni la izquierda ni la derecha partidaria hablan de este poder «totalizado» por la sencilla razón de que ambas están fusionadas (a modo de alternativas falsamente enfrentadas) a los programas y estrategias del capitalismo trasnacional que controla el planeta.

Por lo tanto, y mientras no se articule un nuevo sistema de comprensión estratégica (una «tercera posición» revolucionaria del saber y el conocimiento) el poder mundial que controla el planeta seguirá perpetuando en las falsas opciones de «izquierda» y «derecha».

Y el lobby judío de «derecha» de los republicanos conservadores seguirá sucediendo al lobby judío «de izquierda» de los demócratas liberales en una continuidad estratégica de las mismas líneas rectoras del Imperio sionista mundial.

Y las masacres del Estado de Israel seguirán, como hasta ahora, impunes y protegidas por las estructuras del sistema de poder mundial sionista capitalista que lo considera como su «patria territorial».

Donald Trump, ¿gobierno sionista?

Se convenció al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de que Irán se disponía a fabricar una bomba atómica en sus instalaciones nucleares. El presidente Trump propuso entonces que Estados Unidos apoyará un ataque israelí, pero con armas convencionales, en aras de evitar un bombardeo nuclear... ¡israelí...! La aviación israelí lanzó entonces un ataque masivo contra los centros iraníes de investigación nuclear, contra el sistema de misiles balísticos de Irán y contra varios responsables militares y científicos vinculados a la investigación nuclear.

El ataque de Israel se basó en los datos de inteligencia recogidos por los radares estadounidenses instalados en la base al-Udeid (en Qatar) - los radares israelíes no cubren el territorio iraní.

Israel quiso, "neutralizar la amenaza existencial e inminente que representan los programas de armas nucleares y de misiles balísticos de Irán". Basándose en las "estimaciones" de la inteligencia artificial del software Mosaic- afirmando falsamente que Irán no cumplía sus obligaciones hacia el OIEA y que había, "acelerado sus esfuerzos clandestinos por obtener armas nucleares". Pero, incluso suponiendo que los dirigentes de Israel hayan creído que Irán estaba realmente a punto de disponer de una bomba atómica y que iba a utilizarla contra Israel, el hecho es que la Operación León Rampante, también apuntaba contra el sistema de misiles balísticos de la República Islámica y contra responsables militares y científicos. Eso demuestra que el objetivo del ataque israelí no era el que Tel Aviv alega sino destruir las capacidades iraníes de defensa y de investigación.

Y nuevamente se plantea la cuestión de la violación de los compromisos internacionales de Israel y de Estados Unidos, más claramente de sus violaciones del derecho internacional.

El representante permanente de Israel en la ONU, el embajador Danny Danon, habló de una guerra "preventiva y preemptiva". O sea, según Danon, Israel atacó sabiendo que iba a ser atacado y en "interés de la comunidad internacional". Según esa manera de ver las cosas, usted podría asesinar a su vecino en cualquier momento.

Ya ha podido comprobarse, incluso antes de la Operación Espadas de Hierro, que Israel actúa sin tener en cuenta las vidas de los civiles, o sea, según los términos utilizados en la Conferencia de La Haya de 1899, la conferencia fundacional del derecho internacional, Israel no actúa, "como una nación civilizada sino como los bárbaros".La participación militar de Estados Unidos, con sus radares de la base al-Udeid, justifica el mismo juicio al evaluar el comportamiento de Washington.

Israel no se limitó a bombardear desde sus aviones de guerra. El ejército de Israel utilizó drones, previamente introducidos en Irán, para atacar en sus domicilios a responsables militares y científicos iraníes. Es la segunda vez que se ve ese modus operandi, la primera fue en el ataque de Ucrania contra varias bases de los bombarderos estratégicos rusos - la reciente Operación Tela de Araña, realizada el 1º de junio pasado.

¿Se puede entonces dejar de ver la similitud entre las dos operaciones?, sobre todo si recordamos que en el momento de la operación ucraniana se mencionó que su ejecución tiene que haber exigido la participación de un servicio secreto no ucraniano... ¿estadounidense o israelí?

 ¿Será que Israel ha declarado en secreto la guerra a Rusia?

También tenemos que recordar que el director del servicio de seguridad ucraniano (SBU), el general Vassyl Maliuk, nacionalista integrista declarado, es un gran admirador del coronel SS Otto Skorzeny, sin olvidar que, después de la Segunda Guerra Mundial, Skorzeny, bajo la protección de la CIA estadounidense y del MI6 británico, formó incluso su propia agencia - el Paladín Group - que "trabajó" para Israel.

Por otra parte, el día antes del ataque de Israel - que sin embargo no bombardeó la central atómica iraní de Bouchehr, donde trabajan numerosos ingenieros rusos - la prensa iraní había publicado los primeros documentos secretos robados en Israel por la inteligencia iraní.

Entre esos documentos israelíes hay una lista de científicos iraníes... que el director del OIEA, el argentino Rafael Grossi, puso en manos de Israel. Y en esa lista aparecen los nombres de los científicos iraníes asesinados durante la operación israelí León Rampante...Eso no significa que el director del OIEA designó personalmente a los científicos que había que asesinar, y eso lo hace cómplice de los asesinatos.

La Operación Martillo de Medianoche

Por su parte, el presidente estadounidense ordenó la Operación Martillo de Medianoche, realizada en la noche del 21 al 22 de junio, contra 3 instalaciones del programa iraní de investigación nuclear.

Según la versión oficial, las bombas GBU-57 utilizadas esa noche, destruyeron esas instalaciones.

Puede que sí, puede que no. pero lo cierto es que al asegurar que el bombardeo estadounidense destruyó las instalaciones iraníes, el presidente Trump privó al gobierno de Netanyahu de toda posibilidad de seguir justificando sus bombardeos contra Irán.

Mientras que en Washington se iniciaba una polémica con la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA), Israel seguía bombardeando Irán, destruyendo depósitos de combustible y diversas infraestructuras, objetivos que nada tenían que ver con los que Tel Aviv hacia anunciado inicialmente, exactamente como en Gaza donde matar de hambre a los civiles palestinos nada tiene que ver con el objetivo oficinalmente planteado por el primer ministro Netanyahu, que sería vencer al Hamas...

La Guerra en Oriente Medio

En los meses después de octubre de 2023, tras el ataque a Israel por parte de Hamás, los ataques israelíes contra la indefensa población civil palestina de Gaza han cobrado una intensidad y una implacabilidad jamás vista. Los niños, las mujeres y los trabajadores sanitarios fueron víctimas habituales del fuego de las FDI. Han muerto por lo menos 40.000 niños. Han sido bombardeados y destruidos hospitales y convoyes de ayuda humanitaria. Se utilizó como un garrote contra el pueblo palestino, una excusa ideal, como una tapadera perfecta para justificar la acción del Hamás. Esto también es una guerra por el poder geoestratégico, librada oficialmente por Israel en nombre de Estados Unidos y sus intereses imperialistas por los grandes recursos energéticos de campos (de gas) en las costas del Mar Mediterráneo de Palestina.

Ni siquiera Israel no se han detenido para nada, ante las acusaciones de genocidio de la Corte Penal Internacional y por la indignación del mundo entero.  Mientras ellos se defienden, acusando que son víctimas del "anti-semitismo". Es decir, utilizan la trampa probada y comprobada del victimismo para continuar realizando su bárbara agenda, principal con la demonización sistemática de Hamás (el "enemigo" a batir) con el fin de prevenir que la organización terrorista supuestamente quería destruir a Israel.

La cualidad principal de las operaciones de Israel es,

  • una crueldad gratuita
  • el terrorismo de estado
  • el robo de territorios y propiedades
  • el exterminio de la población palestina

¿Estas son las verdaderas razones detrás de las explicaciones?

Israel siempre buscó consolidar y mantener la dominación absoluta sobre el área de Palestina sometiendo a sus poblaciones e incluso con su exterminio con tantas bombas arrojadas sobre sus ciudades. Desde un principio aplicó el terror, impidiendo así a las personas que puedan razonar, pensar libremente y organizarse. Asegurarse para sí los territorios con reservas estratégicas de agua, alimentos, tierras raras y recursos energéticos a largo plazo

Israel es el símbolo más emblemático, la patria territorial del sionismo capitalista que controla el mundo sin fronteras desde los directorios de los bancos y corporaciones trasnacionales. La gran complicidad internacional con las masacres periódicas israelíes no se gesta por miedo a Israel, sino por miedo a lo que representa el Estado judío. Israel, básicamente, es la representación nacional de un poder mundial sionista que es el dueño del Estado de Israel tanto como del Estado norteamericano, y del resto de los Estados con sus recursos naturales y sistemas económico-productivos. Y que controla el planeta desde los bancos centrales, las grandes cadenas mediáticas y los arsenales nucleares militares.

FIN

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